Los actuales estudios sobre la
educación nos dicen que aprendemos haciendo y no repitiendo, que necesitamos ser más creativos, realizarnos, ser felices, y aplaudir la diversidad.
Vivimos en una sociedad donde hay una brecha entre la educación y las
necesidades personales de los estudiantes,
lo que se traduce en el abandono de estudios por falta de pasión. Y
entonces… ¿Por qué no cambiamos la forma de enfocar nuestro sistema educativo?
La educación actual en nuestro país, especialmente la educación pública, atiende a un único método de enseñanza basado
en currículums, donde los alumnos aprenden a través de una pizarra y donde el
maestro es el centro de las miradas. Nuestra sociedad avanza a pasos
agigantados, pero los métodos educativos parecen obsoletos. ¿No hay acaso otras propuestas sobre la mesa?
Montessori expuso una filosofía en
donde el profesor sirve de guía y propone desafíos a sus alumnos, mediante la
cual provoca suscitar el interés a través del aprendizaje. Dónde el alumno
decide que quiere saber en cada momento, y la propia satisfacción obtenida de
aprender es su propia recompensa al aprendizaje. Un método educativo que ha dado resultados
muy positivos allá donde se impartido. Así que cabe preguntarse por qué el método
Montessori no inunda nuestras escuelas. ¿No merecen los estudiantes que
invirtamos en ellos todos nuestros recursos? ¿Es acaso una educación muy cara?
¿Demasiado peligroso cultivar mentes independientes? Asusta pensar que somos
nosotros los propios responsables de frenar nuestra educación.